El espacio de trabajo ha evolucionado increíblemente a lo largo de los últimos 100 años, desde espacios individuales orientados al desarrollo de tareas en el siglo XX, a espacios colaborativos, flexibles y abiertos en el siglo XXI.
El impacto económico, social y tecnológico, sumado a la creciente concienciación sobre el bienestar de los empleados han provocado la necesidad de nuevos espacios de trabajo, lo que ha favorecido una nueva perspectiva de arquitectos, inversores y diseñadores a la hora de crear estos espacios.